miércoles, 15 de junio de 2016

CREACIÓN DE PERSONAJES II: DEMONIOS

¿Quieres introducir un demonio en tu novela y no tienes ni idea del tema? ¿Wikipedia y las páginas que tratan estos temas no te convencen? ¿Simplemente te gustan los demonios? Pues, escritor, este es tu artículo, te lo digo yo que lo he escrito y sé cómo está estructurado (?).



En los primeros siglos de nuestra era se pensaba que algunas actividades completamente simples y que hacemos de forma inconsciente y espontánea ponían a la gente en peligro de ser atacados por espíritus malignos. Al mismo tiempo, también se pensaba que otro tipo de figuras sobrenaturales nos ayudaban y cuidaban de nosotros. Sí,estoy hablando de ángeles y demonios (o de demonios y ángeles, por guardar la correlación), aunque me voy a centrar más en los segundos.

Las actividades que supuestamente llevaban a cabo los demonios y los ángeles entre los siglos I-III d.C. eran muy diversas y realmente prácticamente todo se le podía atribuir a ellos. Las enfermedades repentinas, la pérdida de dinero, los problemas amorosos... eran debidos siempre a los demonios. Por otro lado, todos los golpes de buena suerte eran obra de los ángeles. Y no importaba la religión a la que se perteneciese, tanto paganos como judíos y cristianos tomaban la explicación de que esos sucesos habían sido provocados por seres sobrenaturales como verdadera. Es decir, según la percepción del mundo que tenía la gente de los tres primeros siglos, un sinfín de ángeles y demonios pululaban por el universo e interactuaban con los humanos de todas las formas concebibles: los rabinos se preocupaban de que a los hombres que durmiesen solos los acecharan demonios femeninos; las mujeres embarazadas se inquietaban porque pensaban que los demonios podían hacerle daño a sus hijos o incluso suplantarlos... Una locura, vamos.

Todo esto está muy bien, pero realmente no os estoy contando nada que no sepáis ya sobre estas criaturas, ¿no? Un segundo, dejad que me explique. Vale, esta gente pensaba de esta manera, pero... ¿cuál es el origen? ¿De dónde salen los demonios? ¿Qué es un demonio exactamente y qué forma tiene? ¿Cómo se relacionan con los humanos? Empecemos por el principio.

Nos encontramos con que existen muchas teorías sobre el origen de estos seres.  Los demonios podían ser tanto almas de los muertos (Platón, Crátilo), específicamente de los de la Edad de Oro (Hesíodo), como fantasmas de personas malvadas (Josefo) o de aquellas que habían muerto injustamente (Tertuliano, De Anima). Por otro lado, también se consideraba demonios a los dioses de otras personas, o sea, a los diferentes al/los tuyo/s. Otro origen de los demonios es descrito en el Génesis. En este caso, los demonios serían las criaturas nacidas de la unión sexual entre los hijos de Dios y las mujeres de los hombres. Mira que yo soy atea, pero hay que reconocer que la Biblia y otros textos sagrados están cargaditos de puntos que pueden llegar a inspirarnos en el proceso creativo.

Por otro lado, Apuleyo también quiso especular y aportó varias teorías sobre qué eran los demonios. Él decía que al alma de una persona se la podía considerar un demonio. También era un demonio el alma de una persona muerta. Sin embargo, la teoría que más me llamó la atención fue la de que existía una clase de demonio que no tenía cuerpo y poseía poderes especiales de otra naturaleza, por ejemplo el amor o el sueño (!). Sí, este señor tenía toda la razón, las emociones o estados son verdaderos demonios. Pensemos en ese sueño maligno que te ataca cuando tienes que terminar de estudiar para el día siguiente... o el que te impide levantarte temprano un finde para aprovechar la mañana. Nunca me había parado a pensarlo, pero el sueño es verdaderamente malvado.

Así que tenemos a toda esta gente especulando sobre demonios y llega Plutarco. A mitad del siglo II, Plutarco recoge lo que él considera que son las ideas más extendidas y aceptadas sobre estas criaturas y afirma como posibles orígenes de los demonios la Tracia, Egipto y Persia. Sin embargo, una de las primeras fuentes donde aparece el término, y que Plutarco no contempla, es Homero. La palabra demonio viene del griego δαίμων (daimon) y Homero la usa como sinónimo de dios (theos). No obstante, este significado está muy lejos del que tiene ya en época de Plutarco, pero he creído necesario mencionarlo porque es curioso ver la evolución del término y para advertir de que el origen puede ser Grecia perfectamente aunque Plutarco no lo contemple.

Y ahora pasemos a otra de nuestras grandes preguntas: ¿Cómo son los demonios? Bueno, para mí, una de las características que me parecen más atrayentes de estas criaturas es que tienen muchas similitudes con los humanos: tienen género, personalidad, intereses, habilidades... Cada uno es distinto, igual que no hay un humano igual a otro. Además, suelen mostrar pasiones humanas, lo que los hace especialmente interesantes y en mi opinión, unos buenos personajes que añadir a una novela de fantasía. Por ejemplo, una de las características de los demonios es su ambición, queriendo ser considerados como Dios.

Nunca me dedicaré al diseño gráfico, no os preocupéis. 

Vale, Patricia, muy bien, pero... ¿y cómo son? Pues para gustos los colores. Pueden parecerse a los ángeles en el hecho de que tienen alas, vuelan por todo el mundo y son conscientes de las cosas antes de que hayan sucedido. También se parecen a los humanos en el hecho de que comen, beben y se reproducen. Centrándonos más en el físico, es bastante complicado hablar, porque hay fuentes que dicen que poseen innumerables formas y otras que dicen que parecen sombras. En lo que sí se ponen más o menos de acuerdo es en que no son tan lentos como los seres terrestres, ni tan ligeros como los seres etéreos. Si piensas meter un demonio en tu historia, estas características pueden servir de guía o de fuente de inspiración para crear tu propio demonio.

Y llegamos a la última pregunta: ¿Cómo se relacionan con los humanos? Bueno, en esta época (siglos I-III) fueron imaginados cómo serían muchos tipos de interacciones con demonios, como tener relaciones sexuales con ellos. Se decía también que los demonios podían ser usados por ciertas personas para realizar distintos trabajos, y que dada la oportunidad, un demonio podía ocupar un cuerpo humano. Si esto pasaba, era necesario realizar un ritual para hacerlo salir, es decir, un exorcismo. Existían dos rituales: uno cristiano y otro judío, pero ya os hablaré de ellos, así como de las formas que tenía la gente de evitar supuestas posesiones, en otra entrada si os interesa.

¡Escribid endemoniandamente y hasta la próxima! (¿Habéis visto qué chiste tan malo he hecho? Solo por esto me merezco un par de comentarios, ¿no?)

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NOTAS:


  1. Recordad que si encontráis algo que creéis que no es cierto me lo podéis dejar en los comentarios y lo reviso, así como fallos de cualquier tipo (erratas, puntuación...).
  2. Recordad que me centro en el periodo comprendido entre los siglos I-III d.C.
  3. La información ha sido obtenida principalmente del libro Magic in the Roman World, escrito por Naomi Janowitz. Para más información sobre todo este tema os recomiendo su lectura y también Magic and Magicians in the Greco-Roman World, de Matthew W. Dicke.

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